Las instituciones de la educación colonial

Dentro de la educación colonial coexistieron, de manera nada fácil, dos tipos de instituciones, la Real Universidad y los colegios, ambas con características aspiraciones y prerrogativas propias, las cuales suscitaron conflictos de diversa índole entre ellas; sin embargo, llegaron a tomar acuerdos que lograron salvar sus diferencias. Ahora bien, los problemas que me interesa resaltar aquí son dos: los cursos tomados en las instituciones fuera de la Universidad, y el monopolio universitario de los grados.

Mónica Hidalgo Pego

Tomado de: “Los colegiales novohispanos y la Real Universidad de México. 1732-1757”, en Leticia Pérez Puente (coord.), De maestros y discípulos. México. Siglos XVI-XIX, p. 93.

La universidad y las órdenes mendicantes

Las órdenes mendicantes no tuvieron desaveniencias con la Universidad ya que reconocieron su derecho a otorgar grados, e incluso participaron activamente con la corporación, acataron sus disposiciones, «se matricularon en sus cursos, recibieron grados, rigieron sus cátedras, participaron en los claustros, etcétera» (Ramírez González, 1993: 72).

MÓNICA HIDALGO PEGO

Tomado de: “Los colegiales novohispanos y la Real Universidad de México. 1732-1757”, en Leticia Pérez Puente (coord.), De maestros y discípulos. México. Siglos XVI-XIX, p. 93.

Participación de los regulares en las cátedras

La participación de los regulares en las cátedras universitarias pasó por tres etapas. La primera se dio en el momento de la fundación de la Universidad: «los frailes fueron elegidos para regir los cursos de teología, mientras el de artes se otorgó a un secular» (Ramírez González, 1993: 158). En la segunda etapa, los regulares retomaron la lectura de ambas facultades; pero poco a poco tuvieron que compartirlas con otros lectores. Finalmente, en la tercera etapa, las cátedras de artes fueron ocupadas por los seculares, quienes las compartieron con los mercedarios a partir del siglo XVII. En cuanto a las demás órdenes, los agustinos se apropiaron de la sagrada escritura, para los dominicos se creo la cátedra de Santo Tomás en 1617 y para los franciscanos la de Duns Escoto en 1662.

MÓNICA HIDALGO PEGO

Tomado de: “Los colegiales novohispanos y la Real Universidad de México. 1732-1757”, en Leticia Pérez Puente (coord.), De maestros y discípulos. México. Siglos XVI-XIX, p. 93.

El monopolio de los grados

Por su parte, la relación entre la Compañía de Jesús y la Real Universidad de México, tomó otro curso. Los jesuitas cuestionaron «la existencia misma de la Universidad en cuanto único centro reconocido para graduar» (Ramírez González, 1993: 73). Así, entre 1575 y 1579 se entabló una seria disputa entre ambas corporaciones por el monopolio de los grados y la impartición de los cursos. aunque la Universidad no reconoció abiertamente la impartición de los cursos jesuitas, en la práctica el conflicto se solucionó de la siguiente forma: la Universidad logró el reconocimiento como única institución autorizada para otorgar grados, me¡ientras que a los jesuitas se les permitió impartir cursos en sus colegios y éstos sólo fueron reconocidos en la medida en que fueron presentados ante las autoridades universitarias correspondientes. Estas medidas también fueron aplicadas para los estudiantes de los seminarios agregados a las catedrales.

MÓNICA HIDALGO PEGO

Tomado de: “Los colegiales novohispanos y la Real Universidad de México. 1732-1757”, en Leticia Pérez Puente (coord.), De maestros y discípulos. México. Siglos XVI-XIX, pp. 93-94.

El privilegio de la graduación

[…] los estudiantes interesados en seguir la carrera universitaria, necesitaban de los grados otorgados por la Real universidad de México. Todo aquel que tuviera dichas pretensiones estaba obligado a matricularse en la corporación y así gozar del privilegio de la graduación.

MÓNICA HIDALGO PEGO

Tomado de: “Los colegiales novohispanos y la Real Universidad de México. 1732-1757”, en Leticia Pérez Puente (coord.), De maestros y discípulos. México. Siglos XVI-XIX, p. 94.

La certificación de cursos

Los alumnos que buscaban un grado de bachiller en cualquier facultad debían estudiar en las aulas universitarias; no obstante, para los estudiantes de los colegios y seminarios diocesanos, este requisito no podía ser cumplido, por lo que la universidad estableció que, para que éstos pudieran graduarse, debían presentar probanzas de cursos que habían ganado y se le permitía realizar su examen para grado de bachiller.

La certificación era un documento —utilizado tanto para los alumnos de la Universidad como para aquellos foráneos— mediante el cual se certificaba que un alumno había tomado determinado curso o cursos. Presentándolo el estudiante mostraba los cursos que había ganado y se le permitía realizar su examen para grado de bachiller.

MÓNICA HIDALGO PEGO

Tomado de: “Los colegiales novohispanos y la Real Universidad de México. 1732-1757”, en Leticia Pérez Puente (coord.), De maestros y discípulos. México. Siglos XVI-XIX, p. 94.

¿Y qué pasó con los cursantes de los conventos?

Los cursantes de los conventos gozaban de cierta concesión particular, aunque no hubiesen hecho los trámites para obtener una incorporación formal a la Universidad, podían graduarse en esta mediante el requisito de seguir un plan de estudios acorde con el universitario, y que al presentarse llevaran constancia de haber hecho los cursos de súmulas, lógica y filosofía.

MÓNICA HIDALGO PEGO

Tomado de: “Los colegiales novohispanos y la Real Universidad de México. 1732-1757”, en Leticia Pérez Puente (coord.), De maestros y discípulos. México. Siglos XVI-XIX, p. 95.

Una tarea primordial…

Aceptada la coexistencia de ambos tipos de instituciones bajo las premisas expuestas aquí, la fundación de los colegios, y posteriormente de seminarios, en la Nueva España se convirtió en una de las tareas primordiales tanto para algunas órdenes religiosas —especialmente los jesuitas—, como para las diócesis.

MÓNICA HIDALGO PEGO

Tomado de: “Los colegiales novohispanos y la Real Universidad de México. 1732-1757”, en Leticia Pérez Puente (coord.), De maestros y discípulos. México. Siglos XVI-XIX, p. 95.

Poderes y educación superior en el mundo hispánico: siglos XV al XX

Monica Hidalgo Pego Y rosalia Rïos Zúñiga

Autoras: Mónica Hidalgo y Rosalina Ríos (Coords.)

Título: Poderes y educación superior en el mundo hispánico: siglos XV al XX

Ciudad de edición: México

Editorial: Universidad Nacional Autónoma de México, IISUE

Año de publicación: 2016.

Colección: La Real Universidad de México

ISBN: 978-607-02-8003-0 (impreso)

ISBN: 978-607-02-8004-7 (PDF)

PDF Disponible en: <http://132.248.192.241/~editorial/wp-content/uploads/2016/08/Poderes_y_educacion.pdf>. [Última consulta: 18 de septiembre de 2018.]

Del aula a la ciudad. Estudios sobre Universidad y sociedad en el México virreinal

Enrique Gonzalez-Del aula a la ciudad

Autores: Enrique González González, Mónica Hidalgo Pego y Adriana Álvarez Sánchez (Coords.)

Título: Del aula a la ciudad. Estudios sobre Universidad y sociedad en el México virreinal

Ciudad de edición: México

Editorial: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE)

Año de publicación: 2009 (impreso) y 2016 (PDF)

Colección: La Real Universidad de México / Estudios y Textos, XXIV

ISBN: 978-607-02-0414-2 (impreso)

ISBN: 978-607-02-7579-1 (PDF)

PDF Disponible en: <http://132.248.192.241/~editorial/wp-content/uploads/2016/08/Poderes_y_educacion.pdf>. [Última consulta: 18 de septiembre de 2018.]