¿La filosofía novohispana?

La filosofía cultural de los pueblos y los hombres de Anáhuac se transformó radicalmente en pocos años, para bien y para mal, debido a la empeñosa así como violenta acción de los conquistadores hispánicos, quienes se aplicaron con certera visión del futuro, unos a la tarea material —bélica y política—, otros a la espiritual —religiosa, educativa y cultural. Entre los aspectos de la cultura, poco a poco aparece la filosofía o, al principio, lo que más bien debe llamarse pensamiento de fondo filosófico. Esta manifestación, por otra parte, ha de entenderse de acuerdo con el concepto tradicional en Occidente, ya que la existencia de una filosofía diversa entre los seres racionales de esta región del mundo, anteriores a los hispanos y europeos, sólo puede acreditarse precisamente sirviéndose de otros conceptos o puntos de vista, cuyas propiedad y validez deberán ser previamente demostradas.

—Bernabé Navarro—

Tomado de: «Resúmenes de Historia de la filosofía en la Nueva España», en Filosofía y cultura novohispanas, p. 13.

Dos momentos de la filosofía novohispana

Dejando, pues, aparte el problema de una actividad mental de tipo filosófico de épocas anteriores a la que se expone aquí, debemos distinguir en ésta dos momentos: el de la filosofía estrictamente tal, como disciplina y método, y el de las ideas y doctrinas de resonancia filosófica. En efecto, considero impropio, situar el principio de la filosofía en Nueva España en el momento en que fray Alonso de la Veracruz inicia —1540— su famoso curso trienal de artes en el Convento de Tiripitío, Michoacán. Porque, para entonces, ya se han manejado razones y argumentos de tipo filosófico en controversias y escritos, cuyo contenido específico es la teología, el derecho, las ciencias política y antropológica, el humanismo, etcétera. Así pues, muy pocos años luego de consumada la conquista hacen su aparición pensamientos y reflexiones, en cuya base mediata o inmediata se hallan las doctrinas teológico-filosóficas de la escolástica o las filosófico-humanísticas del Renacimiento. Con la llegada del poder hispánico arribó su cultura, felizmente remozada y que con vitalidad plena produciría en breve el llamado Siglo de Oro. En los comienzos, la presencia de la filosofía fue más bien implícita, general, involucrada en otras manifestaciones; pero es indudable que está ahí, comenzando a desempeñar su función sustentante y rectora.

—BERNABÉ NAVARRO—

Tomado de: “Resúmenes de Historia de la filosofía en la Nueva España”, en Filosofía y cultura novohispanas, pp. 13-14.

Humanismo y filosofía: un punto de partida

A mi juicio, más que el concepto de antropología, el de humanismo —por cierto, no específicamente filosófico— puede ser el único que permita englobar las varias tendencias ideológicas, defendidas sobre todo por los misioneros y obispos, en torno al hombre americano, como se dice hoy, o acerca del indio, como se expresaba entonces. Porque humanismo es, en su sentido más estricto —y quizá por ello menos filosófico— lo que pregona en sus Diálogos el gran Cervantes de Salazar, lo que fray Julián Garcés expone en su famosa Carta o lo que dentro del influjo renacentista erasmiano enseña fray Juan de Zumárraga en sus catecismos. La convergencia de todo humanismo hacia el hombre hace, por otra parte, que cuanto sostuvo y defendió fray Bartolomé de las Casas en favor de la naturaleza racional, plena capacidad y libertad del indio, así como contra su esclavitud y destrucción, caiga por derecho dentro de ese movimiento, correspondiendo, además, muy de cerca al sentido filosófico. E igualmente convergen hacia ahí las empresas sociales que don Vasco de Quiroga lleva a cabo entre los indios tarascos, guiado por el espíritu comprensivo y generoso de la utopía, así como por su concepto auténtico y abierto de la condición y esencia del hombre.

—BERNABÉ NAVARRO—

Tomado de: “Resúmenes de Historia de la filosofía en la Nueva España”, en Filosofía y cultura novohispanas, p. 14.

La filosofía universitaria en la Nueva España

Después del curso de filosofía impartido por fray Alonso —el cual, según parece, repitió en otros conventos de su orden—, el hecho más destacado en el campo cultural de la Nueva España fue, sin duda, la fundación de la Real y Pontificia Universidad de México, dentro de cuyas primeras cátedras quedó comprendida, naturalmente, la de artes o filosofía. Esta cátedra significó, pues, la consagración oficial y pública de la enseñanza del saber filosófico en México y en el Nuevo Mundo. Aunque en valor e importancia la enseñanza universitaria, ora en lo tocante a los maestros, ora en lo relativo a las obras escritas, queda muy por debajo de la enseñanza impartida en las órdenes religiosas, sin embargo, aquélla cumplió la función social y política de difundir públicamente, para toda persona que quisiese estudiarla, la disciplina formativa y rectora por excelencia.

—BERNABÉ NAVARRO—

Tomado de: “Resúmenes de Historia de la filosofía en la Nueva España”, en Filosofía y cultura novohispanas, pp. 18-19.

El traslado de la filosofía a la Nueva España

La filosofía enseñada en la Nueva España no es sino un traslado, casi geográfico, de la que se cultivaba en la Europa y, un poco más concretamente, en la España del siglo XVI. Felizmente, la filosofía escolástica estaba superando durante esa época, y tal vez sobre todo en España, una etapa de decadencia formalista, nominalista y teoricista, movida sin duda por un considerable influjo del Renacimiento, aun del más fuerte representado por Erasmo. Puede decirse que en la primera mitad del siglo XVI enseñaron y escribieron en la España imperial algunos de los filósofos y teólogos escolásticos más importantes de Europa, como Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Melchor Cano, Francisco Toledo, etcétera, así como el gran humanista y pensador Luis Vives. Pero, además, a través de ellos están presentes en España las valiosas corrientes intelectuales de París, donde estudió Vitoria, y de Oxford y Lovaina, donde no sólo estudio sino también enseñó Vives.

—BERNABÉ NAVARRO—

Tomado de: “Resúmenes de Historia de la filosofía en la Nueva España”, en Filosofía y cultura novohispanas, pp. 16-17.

Una misión filosófica

Como los demás religiosos de su tiempo venidos a la Nueva España, fray Alonso es principalmente un misionero, pero de la filosofía; su misión es hacer entrar a los oyentes, indios o españoles asentados aquí, en la nueva fe del saber filosófico. En este primer hombre dedicado profesionalmente a la filosofía entre nosotros, no encontramos ideas originales ni de excepcional importancia, pero en cambio sí hay una decidida preocupación pedagógica, un esfuerzo por hacer accesibles, en especial a los naturales de estas tierras, las abstractas nociones de la filosofía.

—BERNABÉ NAVARRO—

Tomado de: “Resúmenes de Historia de la filosofía en la Nueva España”, en Filosofía y cultura novohispanas, p. 18.

La escolástica y la filosofía universitaria

Al fundarse, pues, la Universidad, y al iniciarse sus labores docentes, una de las cátedras principales, junto a la de teología, fue la de artes o filosofía, conforme a la organización de la época. El primer maestro de filosofía en ella fue don Juan García, y entre los más notables hasta fines de siglo se cuentan: Pedro de Pavia, José de Herrera, Juan Contreras, Hernando Ortiz de Hinojosa, Francisco Jiménez y Alonso Muñoz. De la mayor parte de ellos casi no se sabe nada sobre su capacidad filosófica, su talento expositivo o sus virtudes pedagógicas; sólo algunos escribieron obras filosóficas, pero no fueron publicadas, ni se conservan manuscritas. Las doctrinas fueron las comunes de la escolástica, según puede comprobarse por las obras usadas como libros de texto, que son principalmente los tratados filosóficos de los españoles Domingo de Soto y Francisco Toledo, cuyas ideas y orientaciones particulares tuvieron su influjo en este primer periodo de nuestra filosofía, unto con las obras de fray Alonso, que naturalmente, y tal vez más que las otras, se usaban como libros de texto. En cuanto a la posibilidad de que hubiera en la cátedra universitaria aspectos notables de cambio o toma de consciencia en la actitud, quizá deba decirse que la simple calidad de profesores oficiales y el obligado carácter conservador de la universidad más bien favorecía un equilibrio sereno en los maestros y doctrinas, que no permitía mayor margen para destacar.

—BERNABÉ NAVARRO—

Tomado de: “Resúmenes de Historia de la filosofía en la Nueva España”, en Filosofía y cultura novohispanas, p. 19.

De estudios, seminarios y colegios como espacios de enseñanza de la filosofía

No podían, ni querían, las otras órdenes religiosas venidas entonces a la Nueva España, sobre todo la de los dominicos y la de los jesuitas, quedar a la zaga en el campo de la enseñanza de los estudios superiores, con la filosofía a la cabeza. De ahí que en los estudios de estas órdenes, así como en los colegios superiores que algunas de ellas establecieron, se fuera enseñando poco a poco la filosofía. Los más importantes fueron, como se indicó, los de los dominicos y jesuitas, sin duda por ser los institutos religiosos más dedicados quizá a las labores intelectuales, así como la búsqueda y exposición de la verdad; la enseñanza de la filosofía se inició después de 1550 entre los primeros y hacia 1574 entre los segundos. Cuatro maestros destacaron aquí notablemente: un dominico, fray Tomás de Mercado, y tres jesuitas, los padres Antonio Rubio, Pedro de Ortigosa y Antonio Arias.

—BERNABÉ NAVARRO—

Tomado de: “Resúmenes de Historia de la filosofía en la Nueva España”, en Filosofía y cultura novohispanas, pp. 19-20.